"Art is the only serious thing in the world. And the artist is the only person who is never serious" Oscar Wilde.



"Haz lo necesario, después todo lo posible, y así conseguirás hasta lo imposible" San Francisco de Asís


domingo, 18 de septiembre de 2016

"Le Palais Garnier". Viaje al interior del Palacio de los Sueños.

Cruzar el umbral del "Palais Garnier" supone adentrarse en un mundo mágico, sublime y misterioso; olvidar por una horas la rutina de la vida cotidiana y dejar que nuestro espíritu se eleve hasta ese plano divino en el que habitan "Apolo" y sus musas. Ese era el objetivo de Garnier al crear su obra maestra, y vive Dios que lo consiguió.

Todo en el interior de la Ópera está perfectamente diseñado para que el espectador alcance una experiencia casi "mística". Cada escultura, cada pintura, cada punto de iluminación, cada espejo, cada tonalidad; nada es casual. El propio Garnier escribió en 1871: "La música de los sonidos por supuesto es muy grande y poderosa, pero la música de los tonos también tiene su fuerza y su persistencia; es esta música de los colores la que modifica invisiblemente vuestros pensamientos e incluso vuestras acciones..." 

Con tanto cuidado diseñó Garnier su Ópera, que no quiso dejar al azar ni el recorrido que debían hacer los espectadores, estableciendo una especie de camino "iniciático", plagado de sorpresas, que los atrapase no sólo durante la representación, sino del principio al fin de su estancia allí. Hoy en día, casi dos siglos después, cientos de personas de los cinco continentes se dejan atrapar diariamente por tan mágica atmósfera.

Por mi parte, aquellos que me conocen saben de mi especial debilidad por ese misterioso y extraordinario personaje conocido como "El Fantasma de la Ópera", y por tanto comprenden, con generosa benevolencia, la poderosa fascinación que la "Ópera Garnier" ejerce sobre mí y esa extraña y mágica sensación que me envuelve al recorrer los dominios del "Ángel de la Música".

De modo que si os apetece que realicemos juntos esta visita, adentrémonos sin más en el "país de las hadas".


El acceso al recorrido se hace por el "Pabellón del Jefe de Estado", en el que como comentamos en el post anterior nos recibe el busto de Charles Garnier. Desde allí pasamos a la taquilla, frente a la cual encontramos una placa de reconocimiento a los "benefactores" de la ópera:


Podemos ver entonces la característica superficie circular de la "Rotonde des Aboneés"Situada bajo la sala de espectáculos, era el punto por el que los espectadores más elegantes, los "abonados", accedían al teatro, y allí donde "el servicio espera a sus señores", según palabras del libretista "Charles Nuitter".


La imponente belleza de sus columnas, espejos, mosaicos o jarrones (dibujados por el propio Garnier) no deben impedir que nuestra mirada se dirija hacia la bóveda, concretamente a una singular inscripción circular, escrita en letras árabes, con la que el artista quiso firmar su inmortal obra (en una época en que no era lo acostumbrado): "Jean-Louis Charles Garnier, arquitecto. 1861-1875".

Rodea la inscripción un peculiar "zodiaco" (obra de "Louis-Félix Chabaud"), de modo que deberemos empezar a leerla en el signo de Géminis, para ir girando en el sentido inverso de las agujas del reloj ("cosas" de los genios). Junto al zodiaco, encontramos cuatro cabezas de hombre que en realidad son alegorías de los cuatro puntos cardinales, constituyendo una brújula casi "mística", que gira en este caso sí, a favor de las agujas del reloj.


Una vez atravesamos la "rotonda de los abonados", bajo la "gran escalera", nos espera una de las figuras más enigmáticas de este "templo" de la música; llegamos a la "Bassin de la Pythie".


Cuenta la leyenda que en un lugar de proverbial belleza, en la ladera del monte Parnaso, el dios "Apolo" mantuvo singular combate con una enorme serpiente de nombre "Pitón". El dios de la música resultó vencedor, adquiriendo así el don de la profecía, y decidiendo establecer en tan hermoso lugar el oráculo al que acudiesen peregrinos de todos los lugares de la tierra en busca respuestas; nació así el "oráculo de Delfos".

El oráculo se encontraba en una profunda cueva. En su estrecha entrada aparecía colocado un trípode, y sentada sobre él la "Pythie" o "Pitonisa" (llamada así en honor a la serpiente que derrotase "Apolo"). Era ella la encargada de entrevistar a los consultantes, y quien les trasmitía las respuestas que le dictaba el propio dios. 

Volvamos a la "Ópera Garnier". Si hemos venido diciendo que todo el edificio fue concebido como un verdadero santuario dedicado a la música, plagado de liras y coronado por el dios "Apolo"; si nos encontramos en el interior de un nuevo "Templo de Apolo", no ha de extrañarnos entonces llegar hasta esta especie de gruta, en la que, sentada en su trípode, nos recibe la "Pitonisa", para escuchar nuestras preguntas y mostrarnos el camino.

Realizada en broce por la "duquesa de Castiglione-Colona" (escondida tras el pseudónimo de "Marcello"), se dice que Garnier se encaprichó de esta estatua, mandó comprarla en el Salón de 1870, y realizó el mismo los dos candelabros que la acompañan.


Durante mi visita al teatro tenía lugar una exposición de diferentes piezas de vestuario, empleadas en algunas de las óperas allí representadas, como veréis en varias fotografías.

Bueno, llegados a este punto, espero haber despertado vuestra curiosidad sobre parte de los misterios que encierra la "Ópera de París", y por ello quisiera haceros una recomendación. Se trata de una novela en la que la "Ópera Garnier", "La Pythie" y "El Fantasma", son protagonistas de una fascinante historia de amor y misterio. Su título es "El Violín Negro", y su autora Sandra Andrés Belenguer. 

Escrita desde un profundo amor y conocimiento de París y la historia de "El Fantasma de la Ópera", en ella encontraréis un apasionante e instructivo recorrido por la "Ópera Garnier" y todos sus "secretos" (Sandra es una de las pocas personas que ha podido acceder a los subterráneos del teatro en los que se encontraban los "aposentos" del "Fantasma"), descubriréis los misterios que encierran lugares muy conocidos de París (que a partir de entonces estoy segura veréis con otros ojos), y os acercaréis a la obra y la personalidad de "Gastón Leroux", el periodista que dio a conocer al mundo a nuestro extraordinario "Fantasma" (y no en vano Leroux sostuvo hasta su muerte que "Erik" existió, que su historia fue real, y que él se limitó a mezclar ficción y realidad con el fin de proteger la verdadera identidad de ciertos personajes). En definitiva, estoy segura de que os va a encantar! 

Continuemos nuestro recorrido accediendo a una de las estructuras más impresionantes del edificio, "Le Grand Escalier" y la sublime nave de treinta metros de altura. 

El propio Garnier, consciente de su magnitud diría : “En primer lugar, permítanme decir que esta gran escalera fue aprobada casi por unanimidad, aunque fuera un poco en detrimento del conjunto del monumento, que parece haberse condensado en este único punto: la Ópera es la escalera, al igual que los Inválidos son la cúpula, y Saint-Étienne-du- Mont es el púlpito. No me quejo en absoluto de esta condensación en un punto, que puede bastar para cubrir de gloria a un arquitecto, al igual que ganar una batalla puede bastar para cubrir de gloria a un general…”

Concebida como una escalera de doble hélice, se desliza como una imponente cascada de mármol blanco, en la que no obstante reina el color con rojas balaustradas, que apoyan sobre una "zanca" de mármol verde de Suecia, y zócalos con hasta nueve hileras de mármoles diferentes. 


A lo largo de la escalera  vamos encontrando diferentes grupos de figuras realizadas en bronce (alegorías del teatro y la música, candelabros adornados con liras...) que portan aparatos de alumbrado, como si fuesen las encargadas de iluminar nuestro camino hacia ese plano superior, ese mundo fantástico en el que dejar atrás nuestra mortal condición para habitar entre los dioses por unas horas.



A partir de un conjunto de estructura clásica, Garnier quiso crear un teatro, dentro de un teatro. Tal fue la intención del arquitecto: en los cuatro lados de la planta principal se levantan auténticos proscenios de preciosos mármoles; los peldaños de las escaleras son espaciados y bajos, no sólo para permitir a las mujeres de la época subir con sus entallados vestidos, sino para enlentecer el recorrido (llegaba a tardarse una hora en acceder a los palcos), de modo que los recién llegados pudiesen ser vistos por aquellos que ya se encontraban en las hermosas balconadas de segundo y tercer piso. 





En definitiva, quiso crear un teatro al que al que acudir no sólo para disfrutar de la representación, sino para formar parte de ella; un lugar en el que ver, y ser visto. 




En lo alto de la escalera encontramos la monumental puerta que conduce a la orquesta. Un imponente frontón aparece coronado por dos niños de mármol blanco, apoyados sobre el escudo de armas de París, en bronce. A ambos lados del frontón, sendas cariátides: "la Tragedia", que sostiene una espada, y "la Comedia" que porta un arpa dorada. Ambas están construidas con diferentes mármoles preciosos: amarillo de Siena, verde de Suecia, rojo griota, pretendiendo Garnier con ello revivir la escultura policromada de los romanos.




Por su parte, el techo se encuentra decorado con cuatro grandes grupos alegóricos: al norte, frente a la entrada principal tenemos "El triunfo de Apolo" (una vez más aparece "nuestro dios"), a la derecha se encuentra "Minerva combatiendo la fuerza bruta ante el Olimpo reunido". Al sur, "El encanto de la música", y a la izquierda "La ciudad de París recibiendo el plano de la nueva Ópera". Postreras obras de "Isidore Plis", hubieron de ser terminadas por su alumno "George Clairin".



Considerémonos ahora privilegiados espectadores, que circulan por los imponentes pasillos camino de nuestro palco. Fijémonos en la riqueza decorativa de los suelos, alfombrados por refinados mosaicos de mármol (donde ningún modelo se repite), las soberbias columnas de piedra del Jura, con su característico aspecto degradado, o los elegantes bancos de los rellanos intermedios.




A lo largo de los pasillos, entre las numerosas hileras de palcos, Garnier había previsto colocar la colección de bustos que decoraban la antigua "Ópera Le Peletier", pero al desaparecer la mayor parte en el incendio de 1873, decidió ir instalando por toda el teatro, hasta más de sesenta bustos de mármol blanco de diferentes artistas: compositores: "Berlioz", "Gounod"; coreógrafos: "Noverre"; libretistas: "Beaumarchais"; cantantes: "Duprez", "Nouurrit", o bailarinas: "Taglioni", "Grisi".



Avancemos ahora por el pasillo izquierdo, dejando atrás palcos y compositores, hasta llegar a a última puerta. Habremos alcanzado el lugar más "especial" de la "Ópera Garnier", el "Palco número 5","SU" palco.


Efectivamente, este es el lugar desde el que "Erik" contemplaba la función, exigiendo por ello que siempre permaneciese libre para él. De hecho, cuando no se seguían sus instrucciones y era ocupado por algún espectador, éstos solían  abandonarlo presas del pánico, refiriendo sentir frías corrientes de aire, espantosos olores o una misteriosa respiración. 

En este punto vienen a mi memoria esos magníficos versos del musical: "I shall watch the performance from my normal seat in Box Five, which will be kept empty for me. Should these commands be ignored, a disaster beyond your imagination will occur. I remain, gentlemen, your obedient servant. O.G."

El propio Leroux nos hace una recomendación: "Puedo decir al lector, con pleno conocimiento de causa: visite un día la Ópera, pida que le dejen pasear por ella en paz, entre en el palco número 5 y golpee en la enorme columna que separa ese palco del proscenio; golpee con su bastón o con su puño y escuche…a la altura de su cabeza: ¡La columna suena a hueco!”

Hoy en día el palco número 5 no está abierto a los turistas, puede que para salvaguardar la intimidad de su "dueño", pero os puedo asegurar que sólo estar frente a él, supone una experiencia única y extraordinaria. 


No me pude resistir a fotografiar su interior a través del cristalito de la puerta! 

Bueno, si bien no nos está permitido acceder al palco del "Fantasma", vamos a encontrar abiertos los palcos 25-27 o 26-28 desde los que podremos contemplar la grandiosa "Sala de espectáculos". 

Aunque sigue la tradición de los teatros "a la italiana" en forma de herradura, la sala se considera de estilo francés, debido a la particular disposición de sus butacas, una vez más, para ver y ser vistos (las plazas de cada categoría son diferentes en aspecto y posición). Para construir sala y escenario, Garnier utilizó todos los recursos que la técnica de su época le ofrecía, creando una impresionante estructura metálica muy bien escondida debajo del  mármol, los estucos, el oro y el terciopelo, y capaz de soportar las siete toneladas que pesa la lámpara central.

En cuanto a la decoración, encontramos a ambos lados de los palcos del proscenio imponentes cariátides realizadas en bronce dorado, y mármol verde de Suecia. La base de las columnas está decorada con máscaras de "Chabaud" representando la pintura, la música, la escultura... Cerca del escenario, "la Danza" y "la Poesía", en la parte opuesta, "la Música" y "la Escenografía". En los tímpanos de la sala aparecen "Famas" de escayola dorada.

El telón del escenario es obra de los pintores-decoradores del teatro, "Auguste Rubé" y "Philippe Chaperon", siguiendo las indicaciones de Garnier, quien decidió representar la tarjeta de armas del "Rey Sol" y el año de fundación de la "Academia Real de Música" (Anno 1669). Si bien hay que decir, que el telón original fue sustituido por uno idéntico en 1951 y más tarde en 1996.





Sin embargo, si hay algo que atrae irremediablemente la atención del visitante, es sin duda alguna el fabuloso techo de "Chagall" del que pende la no menos maravillosa araña central. 


Fue el ministro de cultura del General de Gaulle, "André Malraux" quien decidió "poner a la moda" el palacio Garnier, con este techo firmado por "Marc Chagall" en 1964. Si bien fue considerado por muchos como un auténtico sacrilegio, otros han encontrado en él una continuación de la obra de Garnier, al tratarse de la representación de un "Olimpo", poblado en este caso por personajes de ópera, y capaz de crear una atmósfera encantada, la misma que reina en todo el teatro.

Con una superficie de 240 m2, el techo rinde homenaje a catorce compositores. Empezando por el extremo de la escena, y girando en el sentido de las agujas del reloj: 
  • Boris Godunov, "Mussorgsky"
  • La flauta mágica, "Mozart"
  • Tristán e Isolda, "Wagner"
  • Romeo y Julieta, "Berliotz"
  • "Rameau"
  • Peleas y Melisenda, "Debussy"
  • Dafne y Cloé, "Ravel"
  • El pájaro de fuego, "Stravinsky"
  • El lago de los cisnes, "Tchaikovski"
  • Gisela, "Adam"
En el disco central, y también girando en el sentido de las agujas del reloj:
  • Carmen, "Bizet"
  • La traviata, "Verdi"
  • Fidelio, "Beethoven"
  • Orfeo y Euridice, "Gluk"

Bueno, y vamos con la araña. Fue diseñada por Garnier, y modelada por "Corboz". Elaborada en bronce y cristal, posee 340 luces y pesa siete toneladas. Si os fijáis bien, podréis encontrar en ella un elemento que venimos viendo sin cesar, la "lira de Apolo". Para completar la iluminación de la sala, Garnier instaló una corona de pedrerías alrededor de la cúpula, a la altura de la propia araña, enriqueciéndola con una fila de globos luminosos que evocasen perlas.


El 20 de mayo de 1896, durante la representación de la ópera "Helle", uno de los contrapesos que sostenían la araña se desprendió, con lo que ésta "se desplomó en un remolino de luz y polvo" (según consta en los anales del teatro), matando a una espectadora de 56 años, hiriendo a dos personas del público y provocando un pequeño incendio que fue sofocado rápidamente. Como bien sabéis, "Gaston Leroux" recoge este hecho en su novela, si bien no lo cataloga de accidente, sino que lo atribuye a la mano del "Fantasma".  Mito o realidad, entonces?...El que tenga oídos para oír, que oiga ;)

Pasamos ahora a un conjunto de vestíbulos, escaleras y salones con una importante riqueza decorativa, además de una amplia superficie. En primer lugar nos encontramos con "El Salon du Glacier". Espacio inacabado en el momento de la inauguración de la Ópera en 1875, era según palabras de Garnier "de poco interés, a excepción de las pinturas artísticas o decorativas".

El "Glacier" consta de tres partes: una sala rectangular, un salón en "rotonda" y una "galería" que le comunica con el "Gran Foyer". La rotonda, utilizada como salón de descanso en los entreactos, ofrecía a los espectadores la posibilidad de disfrutar de ocho imponentes tapices, tejidos por la "Manufacture des Gobelins" entre 1873 y 1874. Desde la puerta central y girando en el sentido de las agujas del reloj tenemos: "el Café, la Pesca, la Pastelería, los Helados, las Frutas, la Caza y el Té".

Encontramos también los bustos de celebridades de la Ópera como las bailarinas "Marie Sallé" y "Marie Taglioni", la cantante "Sophie Arnould" o el tenor "Giuseppe Mario".



Quizá uno de los elementos más llamativos de la estancia es el techo de la rotonda, que representa una "bacanal", con bacantes y faunos bailando, pintado por "Georges Clairin" en 1889. Con él, y la espectacular araña central, se conseguía un espacio fresco y luminoso, muy del gusto de la "Belle Époque".


La "galería" aparece decorada por otro peculiar zodiaco, en este caso conformado por doce paneles, de modo que cada uno lleva su signo zodiacal en un medallón. Cinco de ellos son también obra de "Clairin".


"El Salon du Soleil" fue diseñado para servir de "vestíbulo" al fumadero, mientras que "El Salon du Lune" debía ejercer la misma función con el "Glacier". Así, Garnier encargó su decoración a "Auguste Rubé"  y "Philippe Chaperon",  proponiendo como tema para el primero el fuego (el calor), y la noche (el frío) para el segundo. 

Sin embargo, debido a que faltaba poco para la inauguración y los trabajos estaban inconclusos, ambos salones terminaron invirtiéndose, provocando las siguientes palabras de Garnier: "Y  por ello, si el fumadero se hubiera terminado, pasaríamos por el hielo para indicar que es allí donde se va a encender el cigarro, y que se pase ahora por el fuego para mostrar que es de este lado donde se va a tomar un sorbete!”.

El techo del "Salón del Sol" conforma un dorado "Astro Rey",  cuyos rayos, salpicados de estrellas, se reflejan en cuatro espejos estañados en oro. No obstante, si todo él es espectacular, especialmente llamativas son las "salamandras" centrales!



Por su parte en el techo del "Salón de la Luna",  murciélagos y búhos vuelan sin cesar, en un cielo nocturno plagado de estrellas, cuyo reflejo nos devuelven nuevamente dorados espejos.



Y llegamos a la antesala o "Avant-Foyer", donde una vez más disfrutaremos de un espectáculo decorativo de extraordinaria belleza. 




Sin lugar a dudas, lo que más nos llama la atención es su imponente bóveda, cuya decoración encargó Garnier a un grupo de artistas italianos expertos en el arte del "mosaico". Los cuatro paneles centrales fueron dibujados por "Paul Alfred de Curzon", y debido a su dificultad fueron realizados en Venecia por la casa "Salvati". En ellos se representan a "Artemisa y Endimión", "Orfeo y Eurídice", "La Aurora y Céfalo", y "Psique y Hermes". Llama la atención que todos los "señores" aparecen muy desnudos en brazos de "señoras" muy vestidas :)

En cada extremo de la bóveda, Garnier mandó colocar una inscripción en griego bizantino, para dejar clara la importancia de la misma: "El mosaico decorativo fue instalado por primera vez en Francia para la decoración de esta bóveda y la difusión de este arte".

Por su parte, las esculturas de los tímpanos hacen referencia a diferentes oficios relacionados con la arquitectura, y por ello un niño o una mujer alada aparecen portando diferentes herramientas simbólicas.



En los extremos de la galería aparecen cuatro medallones de esmalte de "Eugéne Solier". Representan los instrumentos de la música de Italia (tamboril y flauta de Pan), de Grecia (la lira), de Francia (el olifante) y de Egipto (el sistro). El nombre de cada país aparece, escrito en griego, en una tarjeta que pende de cada medallón. Junto a ellos podemos encontrar bustos de bailarinas famosas en el siglo XVIII, como "la Camargo" y "la "Guimard", o la cantante "María Fel".




Y llegamos por fin a la que es, junto con la "Gran escalera", la estancia más soberbia del teatro, el "Grand Foyer". Resulta difícil explicar la sensación que experimentas al entrar en él por primera vez, tal es la belleza y la magia que te envuelve. 



Garnier estableció sus dimensiones en función del número de espectadores ( su función era servir de lugar de descanso, paseo y vida social ), de la superficie total de los pasillos, y de la decoración con que pretendía dotar a su bóveda, las pinturas de "Paul Baudry", las verdaderas joyas del gran foyer. "Si las pinturas de Baudry se hubieran ejecutado sobre arquivoltas más bajas de las actuales, quizás se habrían visto mejor, pero seguramente se habrían mirado menos!" diría el arquitecto.

Así, el "foyer" de 54 m de largo, 13 m de ancho y 18 m de alto, consta de una parte central, que se ve ampliada por dos salones octogonales. En un principio Garnier pretendió separlos con dos monumentales chimeneas, que hoy podemos observar en los extremos coronadas con un gran jarrón de porcelana de Sèvres, obra de "Joseph Chéret". 

Finalmente Garnier optó por una estructura clásica de galería: columnas emparejadas, entablamento.... Los suelos, de parquet de Hungría, con bandas de enmarcado de roble, nogal y ébano. En la parte central, encontramos diez lámparas con dos coronas de luz, realizadas en cobre dorado y barniz inglés, que junto a los dos espejos (de 2.50 x 6.25m cada uno), contibuyen a crear una mágica e idílica sensación, transportándonos a noches de teatro, tertulias y romances.


Busto en bronce de "Charles Garnier", obra de "Carpeaux".

Como digo, si bien todo el conjunto es de una belleza deslumbrante, quizá las verdaderas joyas del "foyer" sean las pinturas de "Baudry".  Doce arquivoltas, diez medallones por encima de la puerta con la música como tema principal, ocho lienzos que representan las musas, y el propio techo, suponen un total de 500 m2. No es de extrañar que tardase nueve años en concluirlas, de 1866 a 1874. 

Para realizarlos, "Baudry" viajó a Roma para copiar algunos frescos de la "Capilla Sixtina", a Londres para copiar los "Actos de los Apóstoles" de "Rafael" y volvió a Italia para inspirarse en modelos de "Veronesse" y "Tintoretto". Cuando la obra se presentó finalmente, muchos de sus contemporáneos le catalogaron a la altura de los más grandes, como "Delacroix" o "Miguel Angel".



En cada extremo del "Gran foyer" se abren dos pequeños salones cuadrados, espacios que Garnier quería reservar para las conversaciones más íntimas de los espectadores. En el salón este encontramos un monumento a la memoria de "Camille Saint-Saëns" obra de "Henry Bouchard".


Empezamos ya nuestro camino de salida, y llegamos a la "Bibliothéque-musée de l'Opéra", guardiana de  la historia y la memoria del teatro desde hace tres siglos ( fue inaugurada en 1882). 

Consta de dos niveles, el primero ocupado por salas de exposición en los que el museo muestra de manera permanente pinturas, dibujos, fotografías y maquetas de decorados.

Aquí tenemos una vez más a nuestro amigo "Apolo"

En la planta principal, el antiguo gran salón del Emperador "Napoleón III" es hoy la "Sala de lectura" (reservada a los investigadores), mientras que en lo que hubiese debido ser la "sala de los Mariscales" (tras la caída del Imperio las obras nunca fueron terminadas), una parte de las preciosas obras de la biblioteca se guardan en un gran mueble diseñado por el propio Garnier.



En la escalera que conduce a la sala de exposiciones temporales, se puede ver aún la estructura de montaje de los bloques de piedra, tal como se dejó en 1870.


Finalmente llegamos a la "Galerie de l'orchestre", donde encontramos la sala de exposiciones temporal, y diferentes documentos audiovisuales que nos acercan un poco más a la historia de la "Ópera Garnier". El "Grand Vestibule" del que hablamos en el post anterior, nos conduce a la salida.




Y de esta manera, diremos no adiós, sino "hasta pronto", a "Apolo" y sus musas, a la misteriosa "Pythie", y muy especialmente a nuestro "Ángel de la Música", quien ajeno al mundo y al tiempo, sigue disfrutando de la más hermosa de las artes, la música, desde el palco número cinco.

Bueno, y con esto hemos terminado la vista a ese maravilloso país de las hadas y los sueños que es la Ópera de París. Si habéis llegado hasta aquí, os doy las gracias de corazón. Espero sinceramente que os haya gustado, y os pido que pinchéis en cada foto para que éstas adquieran su tamaño original y así podáis disfrutar de todos los detalles pues realmente merece la pena.

Sin más me despido como siempre dando la bienvenida a los nuevos seguidores y agradeciendo de corazón todas vuestras visitas y cariñosos comentarios. Os deseo a todos una magnífica semana.

Un Fuerte Abrazo y Sed Felices!