"Art is the only serious thing in the world. And the artist is the only person who is never serious" Oscar Wilde.



"Haz lo necesario, después todo lo posible, y así conseguirás hasta lo imposible" San Francisco de Asís


domingo, 17 de marzo de 2019

"El Jovencito Frankenstein". El musical.

Hacía ya mucho tiempo que no me acercaba al teatro a disfrutar de un musical, y la verdad, nunca se deben perder las buenas costumbres. De modo que siendo febrero el mes de mi cumpleaños, y habiéndose estrenado en diciembre "El Jovencito Frankenstein" en la Gran Vía Madrileña, decidí auto regalarme unas entradas. Y no me equivoqué ☺.


Aunque fiel a la producción original escrita por Mel Brooks, que ha sido representada con gran éxito en Broadway y el West End londinense, estamos, en nuestro caso, ante un montaje sorprendentemente fresco, y sí, la verdad es que "terroríficamente divertido". 

La dirección, junto con la adaptación de letras y guión, corre a cargo de Esteve Ferrer, quien, respetando el original, ha introducido ciertos elementos muy nuestros: algunos muy de actualidad, como esa referencia a los "Máster", y otros que reconocimos fácilmente los que fuimos a E.G.B y que resultaron absolutamente hilarantes: ese "churro, mediamanga, mangaentera" o la sesuda lectura por el Doctor del inolvidable "en un pueblo italiano, al pie de las montañas...". Resulta además especialmente agradable que se trate de un humor "blanco", sin utilizar el lenguaje soez y vulgar que se venía observando últimamente en los montajes españoles; queda demostrado que es posible hacer reír, con sencillez y buen gusto. 

Como he dicho, la puesta en escena resulta viva, alegre, muy fresca, gracias fundamentalmente a la juventud del elenco, juventud que no resta, sin embargo, un ápice de profesionalidad. Rápidos cambios de escena, diálogos agudos, canciones con mucho ritmo, y especialmente, unos magníficos y trepidantes números de baile que hacen las delicias de quienes, como yo, amamos el claquet.


Además de lo divertido del musical, que me atrajo porque, sinceramente, para penas ya tenemos bastantes todos los días, el principal aliciente para elegir éste en particular era la presencia como protagonista de Víctor Ullate (hijo). Tuve la suerte de verle en "Cats" hace ya muchos años y me impresionó notablemente su forma de bailar. Algo más tarde le volví a ver en "Quisiera ser", y me demostró que además era un muy buen actor, con amplias dotes para la comedia. 
Pues bien, como "Dr. Frederick Frankenstein" está absolutamente genial. Si bien es cierto que desde el punto de vista vocal no estamos hablando de un virtuoso, tampoco es necesario, ya que sabe conferirle al papel una perfecta combinación de ego e ingenuidad, de histrionismo y ternura, que le hacen especialmente adorable. Y por supuesto, borda, absolutamente, los números de claquet. Sin ninguna duda, el momento cumbre del musical es ese "Vístete de frac!", con el baile que nos regala su sombra, y que por sí solo nos mantiene la sonrisa en el rostro y los ojos como platos de principio a fin. Absolutamente espectacular.

Qué decir de Marta Rivera y su interpretación de "Elisabeth Benning", la "enloquecida prometida del profesor". En plena forma, con la misma fuerza y la poderosísima voz de siempre (tuve la suerte de verla en "Jekyll & Hyde" y "Chicago") compone un personaje muy divertido, algo excesivo e insufrible al principio, pero que acaba despertando la ternura del espectador. Su declaración de amor a un aterrorizado "Monstruo" es sin duda una de las mejores canciones del musical.

En cuanto a "Igor", bueno, debo reconocer que es un personaje que siempre me ha resultado muy cargante, y aunque está muy bien interpretado por Jordi Vidal, sigue sin resultarme especialmente simpático. No puedo dejar de mencionar a Cristina Llorente, "Inga". Preciosa voz, preciosa y contagiosa sonrisa, muy buena y divertida interpretación.

Y llegamos al otro protagonista, "El Monstruo", a quien da vida Albert Gracia, construyendo un personaje que despierta nuestra simpatía desde un principio, que nos deleita junto con Víctor en el número de claquet (la cumbre del musical, repito) y que nos hace reir a carcajadas cuando escapa del castillo para tener que soportar todas las perrerías del pobre ermitaño ciego, caer en los brazos de una ardiente Elisabeth, y resultar más tierno y asustado que aterrador.

He nombrado al ciego ermitaño, y merece una mención especial. No se puede ser más divertido, ni ponerle más corazón ni mejor voz que Pitu Manubens (que además interpreta con solvencia al "Inspector Hans Kemp"). Qué buen rato nos hizo pasar! 

Pero sin lugar a dudas, la merecedora para mí de la mención de honor no es otra que Teresa Vallicrosa y su espectacular interpretación de "Frau Blücher". Es tal su fuerza escénica, su capacidad vocal e interpretativa, que consigue hacer de un personaje a priori antipático, el más divertido de la obra. Un absoluto descubrimeinto. No es de extrañar que una de las mayores ovaciones de la noche fuera para ella.

En definitiva, estamos ante la enloquecida adaptación (digna de su creador, por otra parte☺) de una obra inmortal, que entre bromas y risas, entre música y baile, no deja de enfrentarnos al ser humano y a sus propias contradicciones, y por encima de todo, no se cansa de recordarnos que hay algo que todos anhelamos mucho más que la fama, la riqueza, el reconocimiento o la gloria, y que no es otra cosa que el AMOR. E incluso puede que todos lo encontremos algún día. 


La parte mala, que ya he comentado en anteriores ocasiones y no me cansaré de repetir, es que se permita entrar al patio de butacas con palomitas y bebidas. Resulta mortificante y de muy mal gusto tener que escuchar al público comer y beber.

Bueno, pues ésto es todo lo que quería compartir hoy con vosotros. Espero que os haya resultado entretenido, y que si tenéis oportunidad, os acerquéis al teatro, porque de verdad la obra es muy recomendable. Os garantizo que vais a pasar un buen rato, y como decían en Cabaret, vais a "dejar los problemas afuera". Siento no poder ofreceros más fotografías, pero sabéis que en el interior de la sala no está permitido realizarlas.

Y sin más me despido como siempre, dando la bienvenida a los nuevos seguidores que espero pasen por aquí momentos agradables, y agradeciendo de corazón por todas vuestras visitas y cariñosos comentarios. Os deseo una magnífica semana.

Un Abrazo y Sed Felices.


domingo, 3 de marzo de 2019

Iglesia de Santa María de la Victoria y "El Éxtasis de Santa Teresa". Roma

Existe una pequeña iglesia en Roma que si bien no llama excesivamente la atención por su exterior, es famosa por albergar en su interior una de las obras de arte más hermosas de la historia. Me estoy refiriendo a la Iglesia de "Santa María della Vittoria" y por supuesto al "Éxtasis de Santa Teresa" (L'Estasi di Santa Teresa) de nuestro viejo amigo Gian Lorenzo Bernini. 

A ambas vamos a dedicar hoy este recorrido virtual, de modo que si os apetece acompañarme, comenzamos!

El terreno en el que se levanta la iglesia, originariamente rural, fue adquirido por los padres Carmelitas Descalzos, quienes habían obtenido un Breve apostólico de Pablo V para poder edificar conventos de su Orden por toda la Cristiandad. Existen discrepancias en la fecha de inicio de su construcción, aunque la podemos situar entre 1603 y 1608, en el barroco temprano, bajo la dirección de Carlo Maderno. 

Inicialmente fue dedicada a San Pablo y financiada por los propios Carmelitas. Sin embargo, el hallazgo durante la excavación de los cimientos de la escultura conocida como el "Hermafrodita durmiente", hizo que el Cardenal Scipione Borghese reclamase la concesión de la misma, a cambio de financiar el resto de la obra de la fachada y "prestar" a la orden los servicios de su arquitecto Giovanni Battista Soria. Éste llevará a cabo la fachada, entre 1624 y 1626, mostrando la clara influencia de otra obra de Maderno, la "Iglesia de Santa Susanna", situada justo al otro lado de la calle.

En la batalla de la Montaña Blanca, en 1620, las fuerzas imperiales recuperan Bohemia para la Cristiandad. Su capellán, de la orden Carmelita, portaba una imagen de la Natividad, a la que se atribuye haber conducido a la victoria a las tropas católicas frente a las protestantes. Dicha imagen será conducida primero a Praga, y desde allí a Roma, siendo depositada inicialmente en la iglesia de Santa María la Mayor, en presencia del papa Gregorio XV. El 8 de mayo de 1622, será trasladada en solemne procesión a San Pablo, consagrando entonces la iglesia a la Sagrada Virgen y dándola el nombre de "Santa María de la Victoria"

Es curioso que, para recordarnos una vez más la victoria sobre el infiel, podemos observar también, colgados por la iglesia, estandartes turcos capturados en la batalla de Viena en 1683.

Como hemos dicho, exteriormente pasa prácticamente desapercibida, sin embargo, cuando cruzamos el umbral, nos adentramos en uno de los espacios barrocos más suntuosos de cuantos pueblan la ciudad eterna. La luz, el color, el aroma a incienso...todo está diseñado para sorprendernos en una atmósfera de mágico recogimiento.


Consta de una sola nave bastante amplia, bajo una bóveda segmentada baja, y con tres capillas laterales interconectadas y dos capillas en el crucero. Cada una de ellas se localiza detrás de arcos, separados por soberbias pilastras corintias con capiteles dorados que apoyan en un rico entablamento. Los revestimientos de mármol policromado, que contrastan entre sí, se encuentran profusamente adornados con ángeles y "putti" de estuco blanco y dorado en bulto redondo. 

La decoración interior se fue enriqueciendo a través de los años, después de la muerte de Maderno. Así, la bóveda fue pintada al fresco en 1663 con temas triunfales: "La Virgen María triunfa sobre la Herejía" y "Caída de los ángeles rebeldes", ambos obra de Giovanni Domenico Cerrini. 


Por su parte el Altar Mayor, en el que se encontraba la milagrosa imagen de la Natividad a la que se atribuyese la victoria en Praga, fue destruido por un incendio en 1833. El príncipe Alessandro Torlonia lo mandó reconstruir en 1880, de modo que hoy podemos contemplar la parte superior del ábside decorada por un gran fresco de Luigi Serra: "Entrada de la Imagen de la Madonna en Praga", y en el centro, rodeado por los rayos de gloria, el pequeño cuadro de "Santa Maria della Vittoria", copia del original destruido en el fuego. Destaca la rica decoración del altar, en el que abundan los mármoles policromados y  las piedras preciosas.


No debemos dejar de admirar la cúpula, en la que encontramos el "Rapto de San Pedro al Cielo", obra nuevamente de Giovanni Domenico Cerrini.


El coro fue diseñado por Mattia Rossi, uno de los principales discípulos y colaboradores de Bernini, y en él hay que destacar, amén del maravilloso órgano, pieza en la que siempre me fijo pues siento por ellos especial debilidad, en los ángeles que lo sostienen en alto, así como los que soportan la cornisa y la bóveda:


Bueno, llega el momento de hablar de las capillas laterales, y por lo tanto de la joya de la iglesia, la responsable de que la visiten, cada año, miles de personas de los cinco continentes: la "Capilla de Santa Teresa de Jesús". 

Llamada también "Capilla Cornaro", fue proyectada por Gian Lorenzo Bernini en 1646, por encargo del Cardenal Francesco Cornaro, y en ella se encuentra una de las obras maestras de la escultura barroca: "El éxtasis de Santa Teresa".


Realizada entre 1647 y 1651, por encargo del Cardenal veneciano para decorar el lugar en el que debiera ir su tumba, la escena representa un episodio descrito por la propia Santa Teresa de Ávila en su escrito autobiográfico conocido como "Libro de la Vida"; el momento en que un ángel le atraviesa el corazón con un dardo de oro:

"Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. [...] No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman Querubines [...]. Viale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto"
Libro de la Vida. Capítulo XXIX.

Toda la capilla es una explosión de color gracias a la cuidada combinación de mármol y metal, y a primorosos detalles, como la luz, que filtrada a través de una ventana ubicada por encima de Santa Teresa, realza los rayos dorados que descienden sobre ambas figuras. En la cúpula frescos con un cielo de trampantojo, lleno de querubines, con la luz que desciende del Espíritu Santo representado en forma de paloma. 


Sobre la escena del éxtasis se han escrito ríos de tinta. La postura del cuerpo y la expresión de la Santa han dado lugar a las más variadas interpretaciones, intentando siempre buscar una explicación "terrenal". Sin embargo, tan sólo la genialidad de Bernini podría conseguir que el rostro de Santa Teresa, en plena transverberación, nos trasmita la profunda mezcla de dolor físico y placer divino que acompaña a la experiencia mística. 

Para dotarla del dinamismo propio del barroco, Bernini trabaja la piedra en olas de tela, enfatizando el terremoto espiritual que está experimentando Teresa. Un viento divino agita la ropa del ángel, que sonríe travieso, mientras dirige su flecha de oro al corazón de la Santa. La nube sobre la que descansa ésta, parece, sin pulir, casi de algodón, tan liviana, que la ropa de Teresa aparenta flotar mientras ésta se eleva en su levitación. 

Es tal la precisión con que el artista diseñó y ejecutó su obra, que cuando en la penumbra de la capilla, la luz atraviesa la pequeña ventana superior e incide sobre los rayos dorados, las dos figuras parecen elevarse sobre nosotros, de forma que al contemplar esa explosión de belleza, también nuestro corazón se eleva, gozoso, hacia el Creador.


Si giramos a nuestra derecha, justo frente a la capilla que acabamos de describir nos encontramos con la "Capilla de San José", denominada así por estar presidida por el grupo escultórico de Domenico Guidi (1625-1701), "El Sueño de San José". Claramente influido por la obra de Bernini, representa el instante en el que un ángel aparece para revelar a San José la virginal concepción de María.


Y por último debemos admirar la "Capilla de la Virgen del Carmen", presidida por la obra del Balzico (1825-1901), "La Virgen que entrega el escapulario a San Simón Stock".


Es hora ya de abandonar la iglesia, y al salir, no podemos dejar de prestar atención a la imponente fuente que encontramos junto a ella: la conocida popularmente como "Fuente de Moisés":


Llamada "Fuente del Agua Feliz" en honor del papa Sixto V (Felice Peretti), se ubicó en este punto para suministrar agua a los barrios surgidos en las colinas del Viminal y del Quirinal, y en especial a su extensa Villa Montalto, que se extendía entre ambas. 

Diseñada por Giovanni Fontana, se inauguró el 15 de junio de 1587. Consta de tres arcos cerrados escoltados por cuatro columnas jónicas, dos de mármol de Cipolin y dos de brecha gris. Cuatro leones de estilo egipcio descansan a sus pies. Las columnas sostienen las arquitrabes sobre las cuales reposa el ático en el que figura el escudo papal sujeto por dos ángeles; lo rematan dos pequeños obeliscos. Para proteger la bañera de la fuente existe una balaustrada proveniente de un edificio erigido bajo el pontificado de Pío IV (aunque no consigue evitar que turistas y romanos se refresquen en sus aguas en los meses de verano)

Gran parte del travertino empleado en su construcción proviene de las cercanas "Termas de Diocleciano", mientras que los leones originales, dos de pórfido y dos de mármol claro, provenían del Panteón de Agripa donde fueron encontrados. Con el fin de protegerlos de posibles daños y del paso del tiempo, se trasladaron a los Museos Vaticanos bajo el pontificado de Gregorio XVI (1831-1846), y se sustituyeron por copias de Adamo Tadolini.

En los dos nichos laterales encontramos sendos altorrelieves: a la izquierda "Aarón guiando al pueblo hebreo al agua emanada del desierto", obra de Giovan Battista della Porta y a la derecha "Gedeón elige a los soldados observando su modo de beber", de Flaminio Vacca y Pietro Paolo Olivieri.

En el nicho central, Moisés (muy poco apreciado por los romanos, quienes le denominan "el Moisés ridículo") señala las aguas que surgen de la roca de forma milagrosa. La obra es de Leonardo Sormani, con la colaboración de Prospero Antichi, conocido como il Bresciano, del cual se dice que se suicidó, por la vergüenza tan terrible que sintió al ser consciente de la fealdad de su estatua. Juzgad vosotros mismos ☺


Bueno, pues ahora sí hemos llegado al final de nuestro recorrido. Muchas gracias por haberme acompañado, espero que os haya gustado, o al menos os haya podido resultar interesante.

Me despido como siempre dando la bienvenida a los nuevos seguidores, que espero se sientan como en casa, y agradeciendo de corazón todas vuestras visitas y cariñosos comentarios. Os deseo una fantástica semana.

Un Abrazo y Sed Felices!