"Art is the only serious thing in the world. And the artist is the only person who is never serious" Oscar Wilde.



"Haz lo necesario, después todo lo posible, y así conseguirás hasta lo imposible" San Francisco de Asís


jueves, 29 de abril de 2021

G.K.Chesterton y la más alta ocasión que vieron los siglos

Decía G. K. Chesterton que "a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales", y probablemente nunca hayamos estado más necesitados de ellos que ahora. Nuestra civilización se derrumba gustosamente; Occidente se muere porque quiere morir.

Y precisamente porque nunca como ahora ha sido tan necesario insuflarse de heroísmo, y porque pertenezco a esa especie en vías de extinción de los que no se resignan a dejarse llevar por la corriente, tengo la costumbre de revisitar un poema capaz de devolverme la esperanza: "Lepanto" de "el divino gordo" (como le llama un amigo muy querido).


Hay pocos textos más hermosos, ¿verdad? Pues hoy me gustaría compartir aquí unas humildes reflexiones sobre él.

 .- ¿Por qué eligió Chesterton este tema a principios del siglo XX? Por dos cuestiones a mi modo de ver: en primer lugar por una pasión o filia personal, y en segundo por una cuestión social, histórica, por el momento en el que está viviendo y porque es consciente de la proximidad de una contienda que parece inevitable.

Es fácil intuir que el tema representaba una pasión personal conociendo la biografía de “el divino gordo”. Habiendo crecido a finales del XIX  como buen burgués, había profesado todo lo que luego repudió: fue escéptico, agnóstico y relativista. Pero hete aquí que un día empezó a analizar la Modernidad de la que su Inglaterra natal era abanderada y a darse cuenta de que el triunfo de la secularización había sido tal que se había llegado a una total negación de la trascendencia. Desde la economía a la familia o a la propia forma de vida, todo era industrial, material, sin ninguna relación con lo absoluto; la persona no era más que una pieza en esa maquinaria, y lo económico primaba sobre la dignidad y la libertad individual. 

Llegando a la conclusión de que la Modernidad había fracasado porque en ningún momento lo mundano (incluido el estado) va a proporcionar felicidad al hombre, se ve en la necesidad de formular una hipótesis sustitutoria, algo que le devuelva la trascendencia, y aunque empieza poco a poco a coquetear con el Cristianismo (hasta que finalmente se convierte en un católico ferviente hallando aquí las respuestas que buscaba) empieza también a bucear en la historia para, evidentemente, llegar al periodo en el que toda la sociedad, la vida, estaba fundamentada en la trascendencia, que no es otro que la Edad Media y que le fascina por completo. Y si hay algo trascendente, que ensalce la libertad y la dignidad del hombre, la entrega a los demás, el amor por la patria, el orgullo de pertenencia, eso son las Cruzadas (por cierto aquí juega un papel importante su amigo Belloc, que tiene un libro espectacular sobre ellas del mismo título). 

El segundo aspecto es el histórico, pero en cierto modo es inseparable del personal. Chesterton considera que la Modernidad ha fracasado porque se ha fundado sobre verdades relativas y materialismo. Una de sus frases célebres es que “cuando el hombre deja de creer en Dios, empieza a creer en cualquier cosa”, crea religiones de sustitución, y justo ahí estaba viendo el peligro del totalitarismo que empezaba a amenazar a Europa y las pulsiones nacionalistas que acabarían conduciendo en 1914 a la Primera Guerra Mundial.

Por lo tanto, ¿qué mejor símbolo para representar todo eso que “Lepanto, la más alta ocasión que vieron los siglos”? 



.- ¿Qué simboliza esa historia de cruzados en la Europa de 1914? Pues bien, el poema de Chesterton, además de bellísimo, es un llamamiento en toda regla. Por un lado representa la necesidad de que toda la “cristiandad” se una contra un enemigo común (en este caso la Alemania de 1911). Por otro supone la reivindicación de un modo de ver y entender la vida, el del Cruzado, pero dejando claro que no es algo que esté sólo al alcance de una élite, sino del común. No deja en ningún momento de ensalzar la figura de Don Juan, el último caballero de Europa, capaz de oír la llamada para defender lo que una vez fue un mundo “dorado”, y que es, precisamente, un hijo ilegítimo: “un príncipe sin corona, en un trono sin nombre, abandonando su dudoso trono e infamado sitial”.

Y por otro lado no tiene recato en contraponer a Don Juan con cada uno de los reyes o el mismísimo Papa. Mientras una se mira al espejo, el otro bosteza en Misa, y el español se muere de miedo, Don Juan coge las armas, parte a la batalla, se enfrenta con valor al enemigo y devuelve la libertad a los hombres. ¿Qué simboliza en aquella Europa? Pues que los políticos estaban, como siempre, muy ocupados cada uno a lo suyo mientras el peligro acechaba, y serían nuevamente los “cruzados” de a pie quienes lucharan, murieran y vencieran (todos esos jóvenes ingleses que fueron a combatir y a los que luego rendiría homenaje en su obra). 


Impresionante resulta este verso: “¡Es el que no dice "Kismet"; es el que no conoce el Destino, Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que llama! Es aquel que arriesga y que pierde y que se ríe cuando pierde”. Chesterton nos está diciendo aquí que es la historia la que llama, todos los que vivieron y murieron antes que ellos, los que con sus aciertos y sus errores no se rindieron para edificar algo que merece ser defendido aún a riesgo de la propia vida (otra frase de Chesterton: “los hombres no luchan porque odien lo que tienen delante sino porque aman lo que tienen detrás”) y que ellos deberán ahora hacer lo propio.

Y ya en los últimos versos: “Cervantes en su galera envaina la espada (Don Juan de Austria regresa con un lauro) Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto en España, Por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco, Y sonríe (pero no como los Sultanes), y envaina el acero... (Pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada.)”  nos está diciendo dos cosas: por una parte que pese a que la tierra esté agotada y el camino parezca no llevar a ninguna parte, siempre hubo y siempre habrá hombres capaces de batallar hasta el último aliento  por defender los ideales que merecen ser defendidos, aunque los tachen de locos (to dream the impossible dream), en una especie de permanente cruzada contra el mundo moderno. Y en segundo lugar, que a lo que debemos aspirar es a la sonrisa satisfecha (y, siendo un católico convencido, misericordiosa) que producen la conciencia limpia y el deber cumplido, y a huir de las risas crueles de los tiranos. 

El último caballero sonríe y envaina el acero. Es un hombre libre. 

Y hasta aquí todo lo que quería compartir con vosotros hoy. Como dice otro amigo, nuestra historia está llena de Trafalgares y Lepantos, pero de nosotros depende, ante todo, no dejar de luchar.

Muchas gracias por vuestras visitas y por tomaros el tiempo para dejarme algún comentario, que como siempre digo, son el motor de este pequeño rincón. Os deseo un buen "puente"

Un Abrazo y Sed Felices.


viernes, 16 de abril de 2021

William Shakespeare y el Día del Libro

Nacido en abril de 1564 en Stratford-upon-Avon (Inglaterra), actor, empresario (accionista teatral), poeta, dramaturgo, pendenciero, espadachín, asiduo de las tabernas isabelinas y gloria nacional, William Shakesperare es uno de los más grandes (si no el más) literatos de todos los tiempos. No en vano es considerado, junto a Christopher Marlowe, como uno de los padres de la literatura inglesa.

Murió en la misma localidad de su nacimiento el 23 de abril de 1616 según el calendario juliano, por lo que en esa fecha celebramos el “día del libro”, y puesto que estamos en vísperas, hoy me apetece rendirle un humilde homenaje en este pequeño rincón.


Fue el tercero de los ochos hijos del matrimonio formado por John Shakespeare, político local y comerciante, y de Mary Arden. A pesar de que la familia tenía una situación privilegiada, poco después del nacimiento de William todo cambió. Su familia fue perseguida, probablemente, por profesar la fe católica. Este hecho parece ser constatado tras el descubrimiento en las excavaciones arqueológicas del domicilio familiar de ciertas cartas y escritos de su padre, John, a favor del catolicismo. Y tampoco es muy difícil evidenciar estas inclinaciones cuando nos sumergimos en la obra de Shakespeare.

De su infancia y adolescencia se sabe poco. En noviembre de 1582, William Shakespeare, de 18 años, contrajo matrimonio con Anne Hathaway, de 26. Con ella, tuvo tres hijos: Susanna y los mellizos Judith y Hamnet (quien murió a los once años por causas que se desconocen). Los bautizos de sus tres hijos fueron los últimos datos que se tuvieron de Shakespeare durante unos diez años, período que se conoce como “los años perdidos”.

Hacia 1590, se trasladó a Londres dejando a su familia en Stratford. Sus inicios fueron duros y según las fuentes que nos han llegado trabajó en los más variados oficios, si bien siempre relacionados con el teatro. Hacia 1592 empieza su andadura como actor en la compañía  “The Lord Chamberlain's Men” de la que más tarde pasa a ser copropietario; será accionista y socio fundador de “The Globe”, el primer teatro de actores para actores. Actúa en varias ocasiones en la Corte de Isabel I, adaptando muchas de sus glosas y epílogos a la situación política del momento. Tras la muerte de la reina Isabel I en 1603, “Los hombres de Chamberlain” consiguieron una patente real de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, pasando a denominarse “King's Men”.



Durante su estancia en Londres, entre 1590 y 1613, William Shakespeare desarrolló una carrera que cambiaría para siempre la literatura y el teatro en lengua inglesa. 

En 1593 publicó uno de sus primeros éxitos: su poema "Venus y Adonis". Su actividad en la poesía se fecha entre 1592 y 1597. Aquí se engloban entre otros  “La violación de Lucrecia”, “El Peregrino Apasionado” o “To the Queen”.

Los “Sonetos” son un maravilloso conjunto de 154 poemas bajo la forma estrófica del soneto inglés y empleando el pentámetro yámbico, en los que se tratan temas tales como el amor, la belleza, la política y la mortalidad. Mi favorito es el 116: 

“Let me not to the marriage of true minds

Admit impediments; love is not love

Which alters when it alteration finds,

Or bends with the remover to remove.

O no, it is an ever-fixed mark

That looks on tempests and is never shaken;

It is the star to every wand'ring bark,

Whose worth's unknown, although his height be taken.

Love's not Time's fool, though rosy lips and cheeks

Within his bending sickle's compass come;

Love alters not with his brief hours and weeks,

But bears it out even to the edge of doom.

If this be error and upon me proved,

I never writ, nor no man ever loved”


Sin embargo, es por su genio teatral, y especialmente por el impresionante retrato de la condición humana en sus grandes tragedias, por lo que es considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos. Shakespeare escribió comedias, tragedias y dramas históricos. 

Entre las primeras destacan "El mercader de Venecia", " Las Alegres Comadres de Windsord ", “Dos Caballeros de Verona” y "Mucho ruido y pocas nueces" (“¿No es extraordinario que unas tripas de carnero tengan la propiedad de hacer salir las almas de su envoltura corporal?” no puede haber una manera más emocionante para referirse a la música que esta frase de Benedicto). 

Las comedias de Shakespeare están salpicadas de ingeniosos juegos de palabras, metáforas e insultos. El tema del amor prevalece en todas ellas mas las tramas están llenas de giros, vueltas e identidades equivocadas: todo lo que las hace ser hermosas, innovadoras e inconfundibles. 

Antes del año 1600 se fecha una de sus comedias más famosas: “El sueño de una noche de verano”, en la que, heredando la tradición de las comedias de Plauto, mezcla elementos de la mitología clásica y el folclore con la magia, para presentarnos la casquivana y voluble  naturaleza humana gracias a la excusa de la intervención de hadas, duendes y espíritus del bosque. 


A partir de 1600 se publicaron las conocidas como “comedias oscuras” y las tragedias. A partir de aquí decidió abandonar el tinte irónico para abordar temas más profundos y adentrarse en la mente de los personajes. Nadie como él ha plasmado en palabras más hermosas los enormes conflictos que sustentan la naturaleza humana: amor, celos, odio, valor y cobardía, honor y traición, deber y poder, exaltación patriótica… 

Entre las tragedias tenemos: “Tito Andrónico” (1594), “Julio César” (1599), “Hamlet” (1601): “¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir…, dormir! ¡Dormir!… ¡Tal vez soñar!.

Siguieron “Otelo” (1604), “El Rey Lear” (1605) o “Macbeth” (en el mismo año): “La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.

Y también una tragedia es la obra con la que revolucionó el teatro isabelino: “Romeo y Julieta”, de la que tantas y tantas versiones se han hecho y de la que me quedo con la mejor despedida de la historia de la literatura: “Good night, good night, parting is such sweet sorrow that I shall say good night till it be morrow”.


El enorme dominio de los recovecos de la naturaleza humana que tenía Shakespeare se deja ver, de manera excelsa, en sus dramas históricos; un maravilloso recorrido por la historia de Inglaterra que el autor aprovechó para introducir con cierta ironía, a veces sátira, las circunstancias en las que estaba viviendo (las campañas irlandesas de Essex o el preámbulo del futuro Reino Unido representado en la unión de los líderes galeses, irlandeses, ingleses y escoceses ante la batalla en "Enrique V" ) y que por todo ello fueron unos de los más representados cuando su compañía era invitada a la Corte de la reina Isabel I. 

Son muchos, pero de todos ellos me quedo con dos de los monólogos más impresionantes de la literatura universal, y ante los que quien no se conmueva es que no tiene corazón ni corre sangre por sus venas:

RICARDO III: 

“Now is the winter of our discontent

Made glorious summer by this sun of York;

And all the clouds that lour'd upon our house

In the deep bosom of the ocean buried”


ENRIQUE V: 

“We few, we happy few, we band of brothers;

For he to-day that sheds his blood with me

Shall be my brother; be he ne'er so vile,

This day shall gentle his condition;

And gentlemen in England now a-bed

Shall think themselves accurs'd they were not here,

And hold their manhoods cheap whiles any speaks

That fought with us upon Saint Crispin's day”.

 

En sus últimas obras, a partir de 1608, cambia de registro y entra en el género de la tragicomedia, a menudo con un final feliz. Esta nueva etapa culminará con “La tempestad”, con cuyo estreno en 1611 puso fin a su carrera literaria. Dos años después se trasladó a su casa de Stratford, donde murió en 1616.

Shakespeare publicó en vida tan sólo dieciséis de las obras que se le atribuyen, pero en 1623, a título póstumo, dos actores de su compañía reunieron la mayor parte de sus obras en un solo volumen: “First Folio”, dividiéndolas en Comedias, Tragedias e Historias.


El legado de Shakespeare no tiene parangón: durante su carrera inventó más de 1700 palabras y expresiones, como aquella de “no es oro todo lo que reluce”. Desempeñó un papel crucial en la formación del inglés moderno y ayudó a convertirlo en el principal idioma del mundo.

Sus obras se han traducido a más de 100 idiomas y han sido objeto de estudio en escuelas y universidades de medio mundo. "Macbeth" es la obra teatral más representada en todo el mundo. Como señaló uno de sus coetáneos, Ben Jonson, “Shakespeare no es de una época, sino para todos los tiempos”

Su huella se encuentra en todas partes, desde Dickens y Goethe hasta Tchaikovski, Verdi y Brahms; desde "West Side Story" hasta la obra de Agatha Christie inspirada en Hamlet, “La ratonera”, que es la producción teatral que más tiempo lleva en cartel en el West End londinense.

En definitiva, una de las figuras más relevantes del Renacimiento inglés, de la edad de oro del teatro isabelino, que sigue y seguirá vivo cada día en nuestro lenguaje, nuestra cultura y nuestra sociedad (y que a mí, particularmente, me fascina). 

De hecho, cuando todo esto termine si Dios quiere, y podamos retomar nuestras vidas, una de mis primeras visitas habrá de ser a esa maravillosa construcción del Bankside en la que se han materializado desde las más elevadas hasta las más innombrables pasiones humanas. Nada mejor que retornar a aquellos lugares en los que hemos sido felices.


Y sin más, retomando las publicaciones que tenía muy abandonadas, me despido agradeciendo vuestra compañía y fidelidad, todas vuestras visitas y cariñosos comentarios, y con la intención de que no pase tanto tiempo sin publicar. Quiero dar la bienvenida a los nuevos seguidores, esperando que se sientan aquí como en casa.

Espero que tengáis un estupendo fin de semana, y no olvidéis que el próximo jueves es la mejor ocasión del año par regalar, que os regalen, y sobre todo disfrutar de los libros.

Un Abrazo y Sed Felices.