"Art is the only serious thing in the world. And the artist is the only person who is never serious" Oscar Wilde.



"Haz lo necesario, después todo lo posible, y así conseguirás hasta lo imposible" San Francisco de Asís


sábado, 15 de febrero de 2020

"Monasterio de los Jerónimos". Lisboa

Es una falta imperdonable visitar Lisboa y no acercarse a contemplar el monumento más impresionante de la ciudad, el "Monasterio de los Jerónimos". Ubicado en el barrio de Belém, por el que caminamos después de hacer una interminable cola para comprar los deliciosos pastelillos del mismo nombre, se alza de pronto ante nosotros, imponente en toda su magnificencia, elevando sus blancas agujas hacia el límpido cielo azul de la tarde lisboeta, cegando nuestros ojos con su albo resplandor y dejando prendido en nuestros labios un espontáneo suspiro de admiración.


Como tantos otros, el Monasterio nos habla de la historia de Portugal, de sus Reyes y de su pueblo. Así, debemos remontarnos a 1496, año en el que el rey Manuel I pide permiso a la Santa Sede para la construcción de un gran monasterio a la entrada de Lisboa, cerca de las orillas del Tajo, principalmente para reunir en un panteón a la rama dinástica que comenzó en Avante-Beja. 

El Monasterio de los Jerónimos vendría así a reemplazar a la iglesia que alguna vez existió en el mismo lugar, la Ermida do Restelo, fundada por Enrique el Navegante, y en la que Vasco de Gama y sus hombres pasaron la noche en oración antes de partir hacia la India. Se mantuvo su invocación a Santa María de Belém por expreso deseo del monarca.

Comenzaron los trabajos en 1501, estando finalizados aproximadamente un siglo después. El edificio del Monasterio se considera el máximo exponente del estilo "manuelino", estilo que combina elementos arquitectónicos del gótico final y del Renacimiento, asociando simbología monárquica, cristológica y naturalista que lo convierten en un estilo único. Construido en piedra caliza, cuenta con una fachada de más de 300 metros, cuyo principio de horizontalidad confiere al conjunto un aspecto de recogimiento a pesar de la explosión decorativa del mismo.



Denominado originariamente "Monasterio de Santa María de Belém", se conoce hoy como "Monasterio de los Jerónimos", puesto que D. Manuel I eligió a los monjes de la Orden de S. Jerónimo para ocuparlo, teniendo éstos entre otras funciones las de rezar por el alma del rey y proporcionar asistencia espiritual a los marineros que partieron de la playa de Restelo para descubrir otros mundos. Aquí permanecieron durante cuatro siglos, hasta su disolución en 1833. 

El centro visual de la fachada del Monasterio paralela al río Tajo es el Portal Sur. Construido entre 1516 y 1518 por João de Castilho, según el proyecto del francés Diego de Boitaca, supone una entrada lateral al recinto. En el pórtico, Nuestra Señora de Belén con el Niño,  llevando en la mano el recipiente de las ofrendas de los Reyes Magos. A ambos lados de la Virgen encontramos una multitud de estatuas que representan a santos, profetas, apóstoles, y doctores de la Iglesia.

En el tímpano aparecen representadas dos escenas de la vida de S. Jerónimo, y el escudo de armas de  Portugal. Debajo, entre las puertas gemelas de la Iglesia, aparece el Infante D. Enrique, fundador como hemos dicho de la  de la Ermida do Restelo y principal promotor de los Descubrimientos. Dominando todo el conjunto, imponente en la parte superior, la imagen del Arcángel San Miguel.




El Portal Principal, la verdadera entrada del Monasterio, es algo más pequeño que el anterior, aunque igualmente maravillosamente decorado: en su parte superior hay tres nichos con escenas del nacimiento de Cristo, mientras que a cada lado del portal se encuentran en posición de oración el monarca Manuel I acompañado de San Jerónimo, y a la derecha su esposa, la Reina D. María y San Juan Bautista.

Está orientado al Oriente según la tradición cristiana, y es la puerta que da acceso al Altar Mayor. Fue diseñado por Diego de Boitaca y ejecutado por Nicolau Chanterenne en 1517.


Accedemos así al interior de la Iglesia Sta. Maria Belém. Con planta de cruz latina, está compuesta por tres naves a la misma altura (salón de la iglesia), unidas por una sola bóveda polinervada que descansa en seis pilares con una base circular. La cúpula del crucero cubre un ancho de 30 metros, y de ella dijo Kubler que representa "la realización más completa de la ambición medieval tardía para cubrir el mayor espacio posible con el menor apoyo". 


En el fondo, sobre el altar principal, hay un retablo con pinturas que representan escenas de la Pasión de Cristo y la Adoración de los Magos, del pintor Lourenço de Salzedo (1572-1574).



En la pared norte se pueden ver los confesionarios y, en el lado sur las ventanas decoradas con vidrieras de Abel Manta y la ejecución de R. Leone (ya en el siglo XX).  Habíamos dicho que uno de los objetivos de Manuel I era que el complejo sirviera de panteón a su dinastía, pues bien, en el brazo izquierdo del crucero descansan los restos del Cardenal-Rey Henrique, y los hijos del propio Manuel I, mientras que en el lado derecho se encuentra la tumba del rey D. Sebastião y los descendientes de D. João III. .



Por su parte, en la Capilla principal diseñada por el maestro Jerónimo de Ruão, quien introduce aquí  el arte manierista en  contraste con el cuerpo manuelino de la Iglesia, descansan sobre imponentes elefantes de mármol, las tumbas de D. Manuel I y D. Maria, a la izquierda (al lado del Evangelio) y D. João III y D. Catarina a la derecha (en el lado de la Epístola).



Pero sin duda el punto en el que se concentra la mayor afluencia de visitantes es aquel en el que se encuentran las tumbas de Vasco da Gama (sub coro izquierdo) y Luís de Camões (sub coro derecho), dos de los más ilustres hijos de Portugal.




Y por fin llegamos a la parte más impresionante y maravillosa del Monasterio: el Claustro. Y una vez más nos invade esa sensación de retroceder en el tiempo, y (haciendo un esfuerzo por abstraernos de los innumerables turistas) nos parece que los monjes pasan a nuestro lado invitándonos a dedicar un momento a contemplar la maravilla que es capaz de crear el hombre cuando cree en algo.


Fue diseñado por Diego de Boitaca , quien comenzó a trabajar a principios del siglo XVI, lo continuó João de Castilho a partir de 1517 y  fue completado por Diego de Torralva entre 1540 y 1541. Por su belleza, valor arquitectónico y enorme simbolismo, el claustro del Monasterio de los Jerónimos representa el máximo exponente de la arquitectura manuelina.

Concebido como espacio de oración y meditación para los monjes de la Orden de San Jerónimo,  presenta un piso de doble bóveda y planta cuadrangular, y se caracteriza por una decoración que combina los símbolos religiosos (elementos de la Pasión de Cristo, entre otros), los relativos a la monarquía (cruz de la Orden Militar de Cristo, esfera armilar, escudo real) y los elementos naturalistas (cadenas y motivos vegetales que conviven con un imaginario aún medieval, de animales fantásticos) en una explosión de belleza que atrapa instantáneamente nuestros sentidos, pero que hay que saber "leer", porque no está diseñada únicamente para el solaz del cuerpo y el alma, sino como era habitual en la época, con una función divulgativa.







Resulta aquí obligado hacer una parada para contemplar, en silencio, esas agujas que el sol tiñe de dorado mientras se elevan orgullosas hacia el cielo azul.


Continuamos recorriendo el claustro inferior, y encontramos, en el ala norte, la tumba de otro ilustre personaje que nos ha venido acompañando en todo nuestro periplo lisboeta y que será por ello objeto de su propio post:  Fernando Pessoa, el poeta del desasosiego, el responsable de algunas de las más hermosas líneas de la literatura europea.

Diseñada por Lagoa Henriques y ejecutada en 1985, el poeta fue trasladado aquí desde el cementerio dos Prazeres. Está ubicada en una zona relativamente tranquila y solitaria, de modo que, como uno de sus heterónimos, fue un placer acompañarle unos minutos y rezar una oración por su alma, puesto que "Todo vale la pena si el alma no es pequeña".



Nos encontramos ahora con el Refectorio, construido entre 1517 y 1518 por Leonardo Vaz. Bóveda polinervada al más puro estilo manuelino y debajo de gruesos hilos de piedra, las paredes aparecen cubiertas con un sillar de azulejos que datan de 1780-1785 y que representan en la parte superior el "Milagro de la multiplicación de los panes y los peces"  y en las paredes laterales escenas de la Vida de José de Egipto.

En el lado norte, hay un lienzo representando a S. Jerónimo, atribuido al pintor real Avelar Rebelo. En la parte superior sur, sobre la chimenea de calefacción, se puede ver una pintura mural al óleo, "Adoración de los pastores", atribuida a António Campelo (finales del siglo XVI) y restaurada en 1992.



En lo que se refiere a la Sala Capitular,  así denominada por ser el lugar destinado a que los monjes se reunieran "a capítulo", nunca tuvo este uso porque la bóveda y la decoración interior no se completaron hasta el siglo XIX. La puerta se completó en los años 1517-1518, y en su decoración destacan dos imágenes que representan, una vez más, a S. Bernardo y S. Jerónimo .



En el centro de la sala se colocó, ya en el siglo XIX,  la tumba de Alexandre Herculano.  En 1940 se modificó, dejando solo el arca de la tumba. La Sala Capitular también se utilizó como panteón para otros escritores portugueses y presidentes de la República, hasta que una vez finalizada la Iglesia de Santa Engrácia, esta se convertiría en el Panteón Nacional, siendo trasladadas allí las personalidades más recientes de la historia de Portugal.



Subimos ahora al Claustro superior, en el que podemos seguir contemplando la extraordinaria decoración manuelina, así como disfrutar de una espectacular vista del piso inferior que acabamos de visitar. Muy llamativas son las puertas de los antiguos Confesionarios, (doce en origen, aunque dos de ellos están hoy ocupados por la "Capilla del Senhor dos Passos"), toda vez que era un deber de los monjes de la Orden de San Jerónimo el ayudar a los marineros y peregrinos en la confesión.



Y desde aquí accedemos también al Coro Alto, que data de 1551 y que estaba destinado, entre otras, a las actividades fundamentales de los monjes, es decir: oraciones, canciones y servicios religiosos, ya que la Sala Capitular solo se terminó en el siglo XIX. Sin embargo, durante nuestra visita se encontraba sometido a trabajos de conservación y por ello no pudimos ver más que una pequeña parte de la silla monástica, que según Haupt es "una de las obras más bellas que la carpintería artística del Renacimiento dejó entre nosotros". 

En la balaustrada, hay un "Cristo crucificado"  del escultor Philippe de Vries  que lamentablemente estaba parcialmente cubierto.

Pero lo que sí podemos apreciar desde aquí es la nave central de la Iglesia, y el espectáculo realmente nos deja sin respiración... y sin palabras. La luz, las vidrieras, las enormes columnas, todo está diseñado para celebrar a Dios, para llevarnos hasta Él, para inundarnos de Su belleza. Y en ese momento, nos damos cuenta de que, efectivamente,  todos llevamos una chispa divina dentro.


Y llegamos así al final de nuestro recorrido. Empieza a caer la tarde, y solo nos queda detenernos para contemplar por última vez la belleza de esas blancas siluetas recortadas contra el azul del cielo, y recordar aquella frase del divino gordo sobre las palabras de Jesús: “Os digo que si éstos callan gritarán las piedras” (Lc 19, 40).
“Cristo -dice Chesterton- profetizó la arquitectura gótica aquél día en  que las gentes educadas y respetables protestaron contra la algazara de los haraganes que le aclamaron en Jerusalén…  Y así, gritando las piedras, se pudo cumplir la profecía”. 



Bueno, pues ésto es todo lo que hoy quería compartir con vosotros; muchas gracias si habéis sido capaces de llegar hasta aquí. Me despido como siempre dando la bienvenida a los nuevos seguidores, que espero pasen ratos agradables en este pequeño rincón, y agradeciendo todas vuestras visitas y cariñosos comentarios. Os deseo una muy feliz semana.

Un Abrazo y Sed Felices!


5 comentarios:

  1. Que hermoso y magestuoso monasterio, muchs gracias por la fotos, para al menos poder conocerlo de ese modo, ojalá algún día pueda visitarlo en persona. Besos!!!

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  2. Ohhh que fotos más bonitas ! La oscura con el fondo de cielo me recuerda a una que hice yo en la Alhambra.
    La verdad que es un majestuoso sitio en el que habrá miles de historias y años escondidos.
    Un abrazo guapa !

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  3. Esa cámara, ¿es una vieja Nikon FM2, manual, táctil, sensual?

    Jose A. M. Climent

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    Respuestas
    1. No, es una Olympus OM-D, nueva pero de diseño vintage, pues ya conoce usted mi debilidad :)
      Las tres últimas características las cumple, efectivamente.
      Muchas gracias por su comentario y por la apreciación :)

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