"Art is the only serious thing in the world. And the artist is the only person who is never serious" Oscar Wilde.



"Haz lo necesario, después todo lo posible, y así conseguirás hasta lo imposible" San Francisco de Asís


lunes, 25 de abril de 2016

"Estantería- Casita" restaurada

Hola a todos, qué tal estáis? Espero que disfrutando de la Primavera, a pesar de los bruscos cambios de tiempo y los alérgenos que nos atacan!

La entrada de hoy está dedicada a un objeto decorativo que lleva conmigo la friolera de cuarenta años, y que, estoy segura, os resulta familiar a la mayoría de vosotras. Se trata de una "estantería-casita" de madera, de aquellas con muchos "habitáculos y buhardillas" que casi todas las niñas adornábamos con jarritos, animalitos y miniaturas varias, muy de moda en los años setenta. 

La historia de mi "estantería-casita" es, probablemente, la misma que la de muchas de las que me estáis leyendo. Mi abuela me la regaló un día, mi padre la colgó en mi habitación y yo la fui llenando con jarras de barro que mi abuela, mi madre y yo buscábamos juntas, con regalos de amigas, con miniaturas que intercambiaba con compañeras de colegio... Y así ha seguido conmigo, como recuerdo entrañable de mi niñez. 

Como es lógico, el paso del tiempo, tres mudanzas y algún cambio de imagen (no muy acertado) habían hecho mella en ella, de modo que decidí someterla a un proceso de "rejuvenecimiento", para que volviese a lucir en todo su esplendor. Tras unos día de trabajo, aquí tenéis el resultado final:



Como os digo, durante muchos años conservé mi "casita" en su estado original, con la madera podíamos decir "en bruto". Más tarde, cuando empezaba a picarme el gusanillo de pintar y cambiar el aspecto de "las cosas", decidí barnizarla en color nogal, pues armonizaba con las estanterías de la buhardilla, donde estaba colgada. Me puse manos a la obra, y así la dejé:


Ahora entendéis lo del poco acierto en el cambio de imagen a que sí? La pobre estaba pidiendo a gritos que le quitasen todo ese barniz de encima, de modo que la primera tarea, y también la más ardua, consistió en desmontar con mucho cuidado la trasera de contrachapado (estaba sujeta solo por grapas) y lijar a conciencia. 

Una vez lijada, procedí a aplicar una buena capa de "cera en crema" de "Americana Decor" a toda la estantería (no a la trasera). El resultado fue espectacular; la madera quedó perfectamente nutrida, con una suavidad y un brillo increíbles, que resaltaban toda la belleza de sus vetas e irregularidades. De modo que, en ese momento, tuve claro que el estilo que tenía que darle a mi "casita" no era otro que el "rustic-chic".

Llegaba el momento entonces de decorar la trasera. Para ello, lo primero fue aplicar dos capas (en cada lado) de pintura chalky color "encaje" también de "Americana Decor". Una vez seca lijamos suavemente, y presentamos la estantería para señalar con un lápiz los distintos huecos que iremos decorando a continuación.

Dado que la "casita" tiene cuatro pisos, decidí "empapelar" las buhardillas y la planta central con un precioso papel de decoupage de "Dayka", muy estilo "shabby". El proceso es tan sencillo como recortar el papel a la medida de los cuadrados que tenemos marcados y pegarlo con cola blanca. 

Los otros dos pisos los pinté con el tono "rosa inocencia" de "Americana Decor", y apliqué una mano de cera como acabado. Finalmente, en el piso inferior fui colocando (con cinta de doble cara), cuadro sí, cuadro no, una cinta de "yute" en color crudo.


A continuación y tras aplicar una buena capa de cera protectora a la parte trasera, había que proceder al montaje de la misma, utilizando pequeños clavos en lugar de grapas. En dicha operación me ayudó mi padre, y dado que algunos clavos del tejado estaban también bastante deteriorados, los cambiamos y reforzamos.


Una vez montada, el último toque consistió en aplicar unas puntillas color crudo, también por medio de cinta adhesiva de doble cara. Et voilá! Hemos conseguido nuestra "estantería-casita" al más puro estilo "rustic-chic". 

Aquí la podéis ver colgada ya en la pared, fijaos como resalta la cera el veteado de la madera!

Ya solo quedaba colocar los adornos, que como os decía, tienen también un importante valor sentimental. 

La colección de jarritas de barro, por ejemplo, son regalos de mis abuelas y mi madre; la casita de cerámica la compré en Mazarrón en unas vacaciones hace 25 años. Los pajaritos de cristal fueron regalo de una compañera en EGB, la copa regalo de mi madrina, y el buho regalo de un buen "amigo". 

Y entre todos ellos, un pequeño guiño a otra de nuestras aficiones, la costura, con el alfiletero regalo de una profesora de patchwork, y dos dedales, recuerdos de "El Museo Sorolla" y "El Escorial" respectivamente.




Lo cierto es que estoy muy contenta con el resultado final. Está colgada en el rincón de la buhardilla que os enseñé en este post y la verdad es que combina a la perfección con toda la decoración. Como siempre digo, no debemos cansarnos de conceder a cualquier objeto, una segunda, tercera o cuarta oportunidad; siempre nos lo agradecerán!


Bueno pues esto es todo cuanto os quería mostrar hoy. Espero que os haya gustado, y al menos os haya traído buenos recuerdos, como todo  lo que nos acerca un poquito a nuestra infancia. 

Me despido como siempre dando la bienvenida a las nuevas seguidoras, y agradeciendo de corazón todas vuestras visitas, cariñosos comentarios, ideas, sugerencias... Os deseo a todos una muy buena semana, y un feliz "puente"!

Un Abrazo y Sed Felices!



sábado, 16 de abril de 2016

Visita al "Palacio del Marqués de Villafranca" (Real Academia de Ingeniería)

Pese a no ser Madrid una ciudad muy "palaciega", persisten aún en ella algunos de los palacios que un día la embelleciesen. La gran mayoría se encuentran hoy reconvertidos en museos, o bien dedicados a dependencias oficiales, siendo este último, el caso del edificio objeto de nuestra visita: el antiguo "Palacio del Marqués de Villafranca", sede actual de la "Real Academia de Ingeniería".

Situado en el popular barrio de "La Latina", muy cerca de la Iglesia de San Andrés, sus orígenes se remontan al siglo XVII, cuando el "V Marqués de Villafranca", Don Pedro Alvarez de Toledo, adquiere varias parcelas en la zona, al pie de la muralla cristiana levantada en el siglo XII, con el fin de establecer su palacio cerca del "Alcázar Real" (costumbre bastante frecuente entre los Nobles de la época). 

 "Plano de Texeira" de 1656 donde se aprecia como debía ser el palacio original situado en la Calle de Don Pedro

Pasan los años, y llegamos así al "XI Marqués de Villafranca", Don José Alvarez de Toledo y Gonzaga. Este contraería matrimonio en 1775 con María Teresa Cayetana, la "XIII Duquesa de Alba" a quien todos conocemos gracias a los retratos que de ella hicese el gran Francisco de Goya. El matrimonio se celebró en el palacio con gran pompa y esplendor, y en él residirían durante varios años, realizando además algunas modificaciones como las dos portadas de estilo "neoclásico" que se abren a la actual "calle de Don Pedro".

Sin embargo ambos esposos fallecieron jóvenes y sin descendencia, de modo que el palacio fue heredado por familiares que no hicieron en él ninguna obra importante, hasta que entrado ya el siglo XIX, es adquirido por otro matrimonio noble: el "Conde de Velle" y la "Marquesa de Pinohermoso". La pareja decide llevar a cabo una profunda transformación del palacio con el fin de adecuarlo al estilo de la época, y por ello se la encargan al arquitecto y escultor Arturo Mélida.

Lamentablemente, tampoco en el siglo XIX se libraban de las crisis económicas, de modo que el matrimonio se vio obligado a fraccionar parte de sus bienes al verse incapaz de hacer frente a los gastos que suponía mantener semejantes posesiones. De dicha venta surgieron el actual "Colegio del Sagrado Corazón" (de las Hijas de la Caridad) y un edificio de viviendas, con vistas al que fuese patio de carruajes del palacio.

Ya en el siglo XX, concretamente en 1962, al fallecer la hasta entonces propietaria "Marquesa viuda de Riudoms", sus herederos deciden vender el edificio nada menos que a una empresa de hostelería que lo reconvierte en uno de los restaurantes más famosos del momento, por el que pasan personajes como Ava Gardner, Jackie Kennedy o los duques de Windsor; será el restaurante "Puerta de Moros". Al cierre del mismo (en los años 80), el edificio pasa a ser la sede de la "Agencia para el Aceite de Oliva", del Ministerio de Agricultura.

Tras este largo periplo llegamos al año 2005, en el que finalmente, Patrimonio del Estado destina el palacio del Marqués de Villafranca como sede de la "Real Academia de Ingeniería", con el compromiso de la misma de llevar a cabo el proyecto de rehabilitación del palacio y devolver las dependencias y elementos artísticos del mismo a su situación original. Tras dos años de obras, supervisadas por los técnicos de Patrimonio Histórico, la sede fue inaugurada por "Don Juan Carlos I" en el año 2010.

Imagino que os estaréis preguntando por qué os he contado todo esto. Bueno, pues de acuerdo a la normativa de Patrimonio Nacional, la Real Academia de Ingeniería se compromete a mostrar de forma gratuita el interior del citado palacio, previa solicitud de visita guiada. Eso fue lo que hicimos precisamente hace un par de semanas, y por ello lo quiero compartir hoy con vosotros, de modo que si os apetece acompañarme podemos empezar el recorrido.

Lo primero que nos mostraron fue un breve documental en el que se destaca de forma pormenorizada, el papel de la ingeniería en nuestra historia y en nuestra vida cotidiana (no en vano estamos en la sede de su Real Academia), aportaciones a las que, quizá por tener tan al alcance de la mano, no damos todo el valor que merecen.

A continuación pasamos a recorrer el palacio, comenzando con uno de sus "tesoros" históricos; un lienzo de más de 20 metros de la "muralla cristiana de Madrid" (construida como hemos dicho en el siglo XII), que se extendía desde la Puerta de la Vega (donde se encontraba la muralla musulmana) hasta la Puerta de Moros, por lo que este fragmento ha quedado perfectamente integrado en el edificio.

Dibujo de "Hoefnaegel" en 1563, donde se observa la muralla cristiana de la "Villa de Madrid.

Inicialmente fue utilizada como muro de carga del palacio.

Está realizada en mampostería de sílex unida con argamasa de cal y arena y tiene 4,5 metros de altura. 


Bajamos entonces por una estrecha escalera para encontrar otra de las joyas que se esconden en el palacio; uno de los primitivos "viajes de agua" que construyesen los "alarifes musulmanes", para conducir las aguas subterráneas desde sus puntos de captación hasta las casas palaciegas como en este caso, o hasta las fuentes públicas donde los menos afortunados debían acudir a por ella.



Es el turno ahora de acceder a las distintas dependencias que decorase en su día Arturo Mélida, y rehabilitase después la Academia de Ingeniería. Lo primero que encontramos es una amplia galería acristalada, soportada por columnas metálicas; el "Salón de Diario", en el que los propietarios del palacio recibían a sus amigos. En la actualidad se encuentra decorada con algunas fotografías que nos muestran su aspecto original (había incluso una mesa de billar) y dibujos de distintos académicos  ilustres.


Para mi gusto, lo más llamativo son las claraboyas acristaladas del techo, con dibujos geométricos de inspiración geométrica.




A continuación pasamos al que fuese "Comedor Principal". Destaca en su decoración el empleo de la caoba (una de las maderas más costosas y "nobles" de la época) en vitrinas, aparadores y sillería. Todos los muebles tienen acabado profusamente tallado, al igual que ocurre con las puertas.



Hay que destacar una constante en todas las habitaciones de la casa: por una parte, el cuidado trabajo de cada una de las chimeneas que encontraremos, y por otra, la importante colección de relojes por ellas distribuidos.


Pero sin duda, el elemento que llama especialmente la atención en esta habitación es el techo, con un elegante  y trabajado artesonado de madera.


Durante los años en que se mantuvo abierto el restaurante "Puerta de Moros" esta estancia se utilizaba como "reservado principal"; hoy se ha habilitado como salita de espera.



Nos adentramos ahora en el "Salón de Baile". Por el tono de sus paredes se le conoció también como "Salón amarillo", efecto incrementado por los numerosos detalles dorados que encontramos en cornisas, molduras, columnas... La decoración es estilo "Luis XV" , destacando los espejos de pared situados a ambos lados de la habitación para darle un efecto de mayor amplitud.



La chimenea en este caso es de mármol, al igual que una estatua de "Venus" que preside la habitación.


Y sin duda, como en el caso anterior, lo más llamativo de la estancia lo constituye el techo, decorado como un nuboso cielo, en el que unos angelotes (muy del gusto de la época) aparecen portando alegorías de las artes y las ciencias. Impresionante la "araña" central que pende de él.


Este salón constituía el comedor principal del restaurante; en la actualidad se utiliza para recepciones, visitas de autoridades...

Accedemos a continuación al llamado "Despacho Renacentista", que pudo ser la biblioteca del palacio y hoy en día es el despacho del Secretario General de la Academia. Igualmente decorada con muebles y chimenea de nogal profusamente trabajados (destacan los apliques de cerámica dedicados a Carlos I de España o Francisco I de Francia, enemigos irreconciliables...). Cabe destacar una vez más el reloj colocado sobre la chimenea.


Es precisamente en esta sala donde nos encontramos con uno de los elementos más curiosos de la casa; sí, lo habéis acertado, nuevamente se trata del techo, cuyo peculiar artesonado de madera se encuentra adornado por platos de cerámica vidriada, dedicados a "Miguel Angel", "Rafael" o "Dante" entre otros. Según nos comentaron, a todo el mundo sorprende que hayan sobrevivido intactos a la Guerra Civil. Igualmente destacable es la lámpara que cuelga de él.




Del despacho pasamos al "Gabinete", actual "Sala de Juntas". Se encuentra presidida por una impresionante chimenea (con su correspondiente reloj) decorada con profusas columnas, angelotes regordetes... Es tal su peso, según nos cuentan, que ha terminado deformando el marco de las puertas situadas a sus lados. Estas, por cierto, decoradas con los blasones correspondientes a los "Condes de Pinohermoso".




El artesonado del techo es nuevamente espectacular, formado por casetones labrados con precisión geométrica, y decorados, cada uno de ellos por una flor de variedad diferente.


En esta sala nos llama además la atención una obra de la que la Academia se siente orgullosa, pues según nos explican es una muy buena reproducción del famoso cuadro de Rubens "La Regencia". No se conoce al autor, pero al parecer es digno de consideración según los expertos.


De camino a la gran escalera, pasamos por un pequeño Despacho, en el que destaca una vez más el techo, pintado este por Joaquin Vaamonde, y una chimenea de marmol primorosamente decorada.




Fijaos en la belleza de los detalles!

Un pequeño hall en el que no puede faltar el reloj correspondiente, en este caso dedicado a "Dante":


Y desde aquí descendemos por la "Escalera de honor" del antiguo palacio, presidida por el escudo nobiliario de sus antiguos propietarios y un tapiz de procedencia flamenca, autor desconocido y cuyo motivo parece ser una boda real.



Y así llegamos al final de nuestra visita, y esto es todo lo que os quería mostrar hoy. Espero que os haya gustado; lo cierto es que hay muchos pequeños rincones que llevan toda la vida conviviendo con nosotros y en los que difícilmente reparamos, por ello, son de agradecer todas aquellas iniciativas destinadas a permitir conocerlos un poquito más.

Me despido como siempre dando la bienvenida a los nuevos seguidores, que espero pasen por aquí ratitos agradables, y agradeciendo de corazón a quienes dedicáis un poquito de vuestro tiempo a visitar este pequeño rincón y os tomáis la molestia de dejar vuestro comentario, idea, sugerencia...Gracias a todos!

Sin más os deseo una muy buena semana.

Un Abrazo y Sed Felices!