Cualquiera que haya leído la novela más famosa de la literatura española, "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", no puede visitar Córdoba sin hacer una parada en "La Posada del Potro".
Ubicada en el número 10 de la plaza del mismo nombre, se trata de un hermoso edificio de dos plantas, patio común, barandas de madera y paredes encaladas, en las que cuelgan innumerables y floridas macetas. Prototipo de vivienda popular de los siglos XIV y XV, la Posada conserva hasta nuestros días, gracias al empeño de vecinos y autoridades, su fisonomía original.
Pero vamos a hacer un poco de historia. Situada junto al Guadalquivir, separando las que fuesen colaciones medievales de Santa María y San Nicolás de la Axerquía, se encuentra la Plaza del Potro, lugar de paso e intercambios comerciales, que probablemente deba su nombre a que allí se realizaba la compraventa de potros y mulas.
La colación de San Nicolás de la Axerquía resultó ser el lugar de asentamiento de la mayor parte de los gremios artesanales de la ciudad de Córdoba, de modo que se convirtió en un importante centro económico y comercial que veía como a sus calles y concretamente a su plaza, llegaban comerciantes, feriantes y viajeros de los más variados lugares. Siendo necesario alojarlos y por supuesto darles de comer (cosa que se hace en Córdoba con arte singular) empezaron a instalarse en esta zona gran número de tabernas, mesones y posadas.
Había además otro servicio muy demandado en el siglo XV, y es así que originalmente aparecerá la "Posada del Potro" como una mancebía, o lo que es lo mismo, un prostíbulo (tengamos en cuenta que la prostitución era una actividad perfectamente reconocida y aprobada por las autoridades de la ciudad).
Se trata como hemos dicho de un edificio de dos alturas, de suelo empedrado y paredes encaladas, al que se accede por un vano adintelado de madera. Lo primero que captura nuestra atención es su gran patio interior, rectangular, aunque ligeramente irregular, cuyo suelo, cubierto en esta ocasión por la fina lluvia que no dejaba de caer, parecía desprender destellos de plata. En torno a él, hiedras, hibiscus y bugambillas tiñen de verde las blancas paredes de lo que un día fuesen las cuadras, mientras que numerosas macetas de barro coronan sus arcos laterales, con ese esplendor decorativo tan carácterístico de Córdoba.
Levantamos la vista para contemplar la planta superior, en la que las dependencias que en su día fueran habitaciones de la posada se abren a una galería abalaustrada con techos de madera, y en ese momento el tiempo parece retroceder, y ya no son turistas protegidos por un chubasquero los que pululan a nuestro alrededor, sino que allá a lo lejos, en el patio, un caballero de triste figura vela sus armas ante la atónita mirada de los viajeros, a quienes muchachas de negros cabellos, faldas de lunares y formas voluptuosas escancian un vino del color de la sangre.
Son muchas las referencias literarias relacionadas con la Posada del Potro: fuente de inspiración para Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Vicente Espinel o Pío Baroja quien la menciona en "La Feria de los Discretos".
Pero, sin duda, su habitante más famoso y querido fuera don Miguel de Cervantes Saavedra, quien tratará aquí con "ricachones de pueblo, hidalgos, palurdos y maleantes de aldea...", figuras todas ellas de un tiempo y un lugar que ya nunca morirán, gracias a su pluma y su genio.
La Posada del Potro conservó su función original hasta mediados del siglo XIX, momento en el que el papel comercial de la zona fue disminuyendo, y con él el número de visitantes y de ingresos. El edificio pasa a utilizarse como "corral de vecinos" hasta la década de los setenta del siglo pasado, cuando el entonces Teniente de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba decide rescatarlo del olvido y convertirlo en edificio de interés cultural.
Aquí podemos ver a Don Miguel escribiendo en su habitación.
La Posada del Potro conservó su función original hasta mediados del siglo XIX, momento en el que el papel comercial de la zona fue disminuyendo, y con él el número de visitantes y de ingresos. El edificio pasa a utilizarse como "corral de vecinos" hasta la década de los setenta del siglo pasado, cuando el entonces Teniente de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba decide rescatarlo del olvido y convertirlo en edificio de interés cultural.
Ya en nuestro siglo, se decide instalar aquí el museo dedicado al artista del cante "Fosforito" y a la tradición del flamenco cordobés, inaugurándose en 2013 el denominado "Centro Flamenco Fosforito". Se encuentra aquí gran parte del legado cedido por el propio cantaor Antonio Fernández Díaz, "Fosforito", a la ciudad de Córdoba ( numerosos objetos, textos, fotografías históricas y galardones obtenidos a lo largo de su carrera), destacando la "Llave de Oro del cante" que recibió en 2005. Sin duda una visita obligada para los amantes del flamenco.
Abandonamos la Posada, y no podemos dejar de detenernos un momento en la Plaza del Potro, para admirar cuantos elementos la componen.
A nuestra derecha, el "Triunfo de San Rafael" (obra de Verdiguier), uno de los que pueblan la ciudad en honor al Arcángel Custodio de la misma y que originalmente estaba situado en la Plaza de San Hipólito (habrá algún post dedicado a ellos).
A la izquierda, la imponente fuente, de planta octogonal y dos escalones que llevan al pilón de aproximadamente un metro de altura. Una columna recortada hace de base de la taza, sobre ella una piña con cuatro bocas de las que fluye el agua, y coronando el conjunto se encuentra el elemento más representativo: un potro rampante (como no podía ser de otra manera). Data del reinado de Felipe II, y cabe destacar que se surtía del agua extraída del Manantial de Maimón.
Frente a nosotros, el antiguo "Hospital de Nuestro Señor Jesucristo", que hoy alberga los Museos de Bellas Artes y Julio Romero de Torres, visita ineludible para mí, mujer morena y amante del arte, pero cuyo interior no os puedo mostrar porque no está permitido obtener fotografías.
El grueso de la colección que podemos contemplar en el Museo de Bellas Artes comprende obras de distintos siglos incautadas de los conventos cordobeses desamortizados en 1835 y 1868, junto con donaciones y regalos de colecciones particulares. En su fachada, un azulejo instalado en 1971, nos recuerda "El Príncipe de los Ingenios de España, Miguel de Cervantes Saavedra, de abolengo cordobés, mencionó este lugar y barrio en la mejor novela del mundo".
Por su parte, el lugar en el que hoy se encuentra el Museo Julio Romero de Torres, perteneció al "Hospital de la Caridad", patrocinado por los Reyes Católicos y dirigido por la Orden Tercera de San Francisco hasta 1837. Desde mediados del siglo XIX sufre varias trasformaciones, acogiendo incluso la vivienda del conservador y director del Museo Provincial de Bellas Artes, Rafael Romero Barros, sí el padre del pintor, que nacería por tanto en este lugar.
Tras la muerte de Julio Romero de Torres en 1930, su viuda e hijos deciden no vender las obras del pintor que aun conservaban y donarlas a la ciudad de Córdoba, con objeto de que el artista fuese siempre recordado. Y así el 23 de noviembre de 1931 se inaugura el Museo Municipal Julio Romero de Torres con la presencia del Presidente de la II República, cordobés a la sazón. En 1934 se adquieren los inmuebles colindantes y se añade la segunda planta.
A lo largo de sus seis salas podemos hacer un recorrido por la vida y la obra del artista, desde sus primeras caricaturas, cartelería de influencia francesa, hasta su obra más íntima, mística o sensual. Un homenaje a la Córdoba de sus entretelas, a cantaoras, toreros, bailaoras y beatas; cada pincelada es "un símbolo de cada copla", de esa Andalucía que sabe conjugar como nadie la nostalgia y la alegría, la sensualidad y la religiosidad, la vida y la muerte. Absolutamente imprescindible.
Bueno, pues ésto es cuanto quería compartir hoy con vosotros; espero que os haya gustado, os haya podido resultar interesante, y si no lo conocéis os animéis a hacer una visita.
Me despido como siempre dando la bienvenida a los nuevos seguidores y agradeciendo de corazón todas vuestras visitas, y que dediquéis un poco de vuestro tiempo a dejar algún comentario, que como siempre digo son el motor de este pequeño rincón.
Un Abrazo y Sed Felices!
A lo largo de sus seis salas podemos hacer un recorrido por la vida y la obra del artista, desde sus primeras caricaturas, cartelería de influencia francesa, hasta su obra más íntima, mística o sensual. Un homenaje a la Córdoba de sus entretelas, a cantaoras, toreros, bailaoras y beatas; cada pincelada es "un símbolo de cada copla", de esa Andalucía que sabe conjugar como nadie la nostalgia y la alegría, la sensualidad y la religiosidad, la vida y la muerte. Absolutamente imprescindible.
Bueno, pues ésto es cuanto quería compartir hoy con vosotros; espero que os haya gustado, os haya podido resultar interesante, y si no lo conocéis os animéis a hacer una visita.
Me despido como siempre dando la bienvenida a los nuevos seguidores y agradeciendo de corazón todas vuestras visitas, y que dediquéis un poco de vuestro tiempo a dejar algún comentario, que como siempre digo son el motor de este pequeño rincón.
Un Abrazo y Sed Felices!
Madre mía Q pasada de lugar
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te guste. Un abrazo.
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